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3 de cada 10 bolivianos consumen coca

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El ministro Romero aclara que se refería al consumo ocasional. El acullico concentra casi todo el uso legal de la coca. Para industrialización, según datos de la Unodc, se venden 27,5 toneladas, equivalente solo al 0,08% de la producción total

Las cifras oficiales del Estudio integral de la demanda de hoja de coca en Bolivia indican que tres de cada diez ciudadanos consumen de forma habitual hoja de coca. La cifra parece contradecir al ministro de Gobierno, Carlos Romero, que esta semana aseguró en Viena que “siete de cada diez personas consumen cotidianamente o convencionalmente hoja de coca”.  Al regresar de Viena, en una breve conversación telefónica, explicó que se refería a la proporción de personas que consumen la hoja de coca de manera ocasional, no de forma habitual.


En el informe, publicado en 2014, se llegó a la conclusión de que Bolivia demandaba 20.690 toneladas métricas, suficientes para satisfacer el consumo habitual de 3.082.464 ciudadanos. La superficie de cultivo necesaria para producir esta cantidad de hoja es de 14.705 hectáreas.
Si esto se compara con el último informe de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (Unodc), los datos son muy similares. En 2015, entre los mercados de Sacaba (Chapare) y Villa Fátima (Yungas), se vendieron 21.201 toneladas de hojas secas de coca. De estas, el 93% salió de Yungas y el 7%, de Chapare.

¿Se sabe cuánto se produce?
En una entrevista con la agencia EFE en Viena, Romero explicó que las cifras corresponden a 2012 y, además de actualizarse, había que tomar en cuenta la baja de productividad en algunas zonas cocaleras. Si se refería a Yungas, donde la Unodc ha evidenciado procesos de erosión en los últimos años, las cifras oficiales están otra vez en su contra. La producción media estimada en Yungas en 2015 era de 18.300 toneladas, pero en el mercado de Villa Fátima se vendieron 19.615 toneladas. Es decir, se vendió más de lo que en teoría se produjo. El estudio llegó a la conclusión de que nuevos métodos de siembra habían vuelto más eficientes a los agricultores paceños y que su estudio de productividad (que data de 2005, en el caso de Yungas, y de 1993, en Chapare) había caducado.
La alta demanda de coca en el mercado de Yungas llevó a que por primera vez no haya coca excedentaria en esta región del país, que más del 100% de su producción estimada haya pasado por el mercado legal. No sucedió lo mismo con Chapare, donde 9 de cada 10 hojas cosechadas no llegaron a Sacaba.
Además, la presión de la demanda en Yungas hizo que el precio de la coca paceña trepe hasta niveles nunca vistos y llegue a cotizarse en la parte seca del año hasta en $us 11,6 por kilo, cerrando con un promedio anual de 9,6 dólares. En el caso chapareño, la falta de compradores en la vía legal hizo que el precio oscile entre $us 6 y los $us 8, cerrando con un promedio de $us 6,9 por kilo, $us 2,7 dólares por debajo de sus colegas paceños. En total, la demanda de coca en 2015 se incrementó un 7% en relación con 2014 y fue valuada en $us 336 millones.
Leonilda Zurita, dirigente de Chapare, aseguró que los cocaleros de su zona utilizan el dinero que sacan de la comercialización de su coca para hacer estudiar a sus hijos, que no todas las cosechas durante el año son iguales, que se saca entre dos y cuatro cargas de coca por cosecha, dependiendo de la época del año y que son cuatro cosechas.
Sin embargo, en el resumen del Estudio integral de la demanda de coca en Bolivia se establecen los promedios de producción de coca por hectáreas de las tres zonas (Yungas, 1,137 t/h; Chapare 2,047 t/h, y Apolo, 1,037 t) sobre la base de tres cosechas al año. En la entrevista que concedió a EFE, Romero explicó que  un nuevo informe sobre rendimiento ya ha sido consensuado con Unodc, que también se hará otro sobre el potencial de producción de cocaína de la producción de coca en Bolivia (no se actualiza desde 2008, cuando con 460 kilos de coca se producía uno de clorhidrato de cocaína). Habrá un estudio adicional, con la participación de la Organización Mundial de la Salud, que escudriñará los componentes de la hoja de coca.

La madre del cordero
Pero el asunto es cuánto de coca consume el ‘convencional’ u ‘ocasional’ señalado por Romero. Si se asume que el no habitual es aquel que se acerca a la coca por razones de salud, que es el que se toma un mate de coca para el mal de altura o para el dolor de panza, que es el que busca jarabe de coca para controlar su diabetes o son los cocineros de Palacio que compran harina para hacer mousse de coca, estos ingresan en el grupo de la coca para industrialización.
Según el estudio de mercado, la demanda para este tipo de actividad llegaba a 74 toneladas de coca al año, equivalente al 0,2% de la producción de 2015. Sin embargo, ese año solo se vendieron 27,5 toneladas de coca para la industrialización, es decir el 0,08% de toda la hoja que se produjo en el país. Significa que, según las cifras oficiales, los consumidores ‘ocasionales’ o ‘convencionales’ son casi irrelevantes para la demanda legal de la hoja sagrada

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