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Aparecen nuevos nexos entre el abogado torturador Jhasmany con jueces y la policía 

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Abogado del diablo
Según las declaraciones de Diego L., un capitán le aseguró al Abogado del diablo la entrega de 15 granadas de gas y de una pistola lanza gas.

DIEGO L.N. (EN UN ÓVALO NARANJA) POSA JUNTO A OTROS MIEMBROS DEL BUFETE LECLERE Y ASOCIADOS.

Diego L.N. empezó siendo un cliente más del abogado Jhasmany T.L., pero, como otros de ellos, acabó convirtiéndose en uno de sus hombres de confianza y hasta renunció a un trabajo serio para seguirle los pasos al Abogado del diablo, luego de que él lograra sacarlo de la cárcel.

Solo trabajó junto a él unos meses, desde febrero hasta diciembre de 2018, pero se hizo muy cercano al director de Leclere y Asociados y accedió a información importante que reveló tras ser detenido en enero de 2019. El detenido habló de los nexos de Jhasmany con jueces, vocales, fiscales, funcionarios de juzgados, policías, y hasta con un psicólogo que apoyaba al bufete.

Por ejemplo, reveló que las conexiones de Jhasmany con ciertos efectivos policiales excedían lo que uno pudiera imaginar. Un día antes de la fiesta de Compadres, en febrero de 2018, Wilder G. y César M. recogieron a Diego de su casa y lo llevaron a la oficina que Jhasmany había montado en la casa que le arrebató a su padrastro un año antes.

“Subimos al altillo y ahí estaba un sargento de la Policía, moreno, con cicatrices de acné al que llamaban oficial Ray. El policía estaba vestido con su uniforme verde olivo y una gorra de la FELCC. Había ido, a bordo de una camioneta policial, a notificar a Jhasmany en un caso y el abogado lo hizo pasar a la vivienda. La camioneta estaba dentro del garaje del bufete. Y el oficial Ray en el altillo, bebiendo whisky. Llegaron dos mujeres ‘prepago’ que se le subían encima y lo besaban, mientras le daban de beber. Los demás, Sergio O., César M., Wilder G., Jhasmany T., Marco F., y Alejandro O. le decían salud. Y después de dos horas, lo llamaron por radio y dijo que tenía que irse para resolver otro caso. Lo despidieron diciéndole que podían ayudarlo en lo que necesitara porque tenían buena relación con fiscales, jueces y policías”.

Después de que el oficial Ray se fue, Diego confesó que estaba sorprendido y Jhasmany le dijo: “Era que te llamemos hace un mes, cuando hicimos una fiesta para policías del Juzgado en la parte de atrás de mi casa. Para este año planeo hacer tres clases de fiestas, una para policías, otra solo de fiscales y otra de solo jueces”.

Según Diego, en el tiempo que frecuentó la oficina de Leclere y Asociados, vio que otros policías de uniforme visitaban ese lugar.

“No sé los nombres, pero venían a hablar varios con Jhasmany. Del que sí conocí más fue de uno que llegó el mes de mayo de 2018 a contratar los servicios de Jhas. Le dijo que necesitaba ayuda en el caso de su esposa, para recuperar a la hija del primer matrimonio de ella. A él, Jhasmany nos lo presentó a todos como el capitán Sandy y dijo que trabajaba como ayudante del subcomandante de la Policía de Cochabamba, frente a la plaza. Fueron juntos, Jhasmany, Alejandro O. el capitán y su esposa a revisar el proceso en el Juzgado de Sipe Sipe”.

Durante la charla con el capitán Sandy, sobre los honorarios de abogado, Jhasmany le dijo que solo le iba a cobrar 1.000 dólares por atender su caso, pero que, además, tendría que hacerle el favor de conseguirle 15 granadas de gas y la pistola que disparaba granadas de gas.

Y Sandy le contestó: “No hay problema. Yo trabajé igual en la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP) y te las puedo conseguir”.

Tres meses después, en agosto, cuando la investigación del caso del secuestro del mecánico ya había comenzado, Diego fue a la oficina y se encontró con Eliana V., la asistente de Jhasmany, y con César M.

Conversando sobre la denuncia del mecánico, “Eliana me comentó que ya tenían una gran amistad con el capitán Sandy y que él iba a informarles de cualquier cosa que pudiera pasar con Jhasmany en el proceso. Esto, porque él tiene acceso a todos los informes y registros. Incluso les pasaba información hasta de las enamoradas o esposas de los policías. Eso hablaron una vez en el restaurante El Gordo”.

En enero de 2019, Diego L. fue aprehendido con una orden de la Fiscalía de Tiquipaya. Luego de prestar su primera declaración, fue llevado a celdas de la EPI Tiquipaya. El mismo día, Eliana V. fue detenida en la celda de al lado.

“Ella me habló desde la celda y me dijo que habían allanado su casa. Estaba extrañada porque decía que el capitán Sandy siempre le avisaba cuando iban a ejecutar órdenes de aprehensión, y además le ayudaba a conseguir los kárdex y fotos de los policías asignados a la investigación de los casos en los que estaba implicado Jhasmany. Pero, esta vez, el capitán Sandy le falló, según me dijo”.

Eliana añadió que el nuevo investigador era un teniente de apellido Sánchez y que Sandy ya le había pasado su foto. Por otro lado, la asistente le confió que ella le llamaría a Jhasmany a El Abra, donde estaba recluido, para pedirle que pague su fianza. Era posible hablar con él, a través de su custodio, quien le comunicaba las llamadas.

Según Diego L., él no conocía a Jhasmany cuando ocurrió lo del padrastro, pero confesó que sí participó de las agresiones al mecánico, sin saber de qué se trataba.

“Jhas consiguió la cesación de mi detención y yo le debía 450 dólares. Conseguí trabajo en la Aduana, pero solo fui un día porque Jhasmany me ofreció invertir en mi proyecto de abrir una empresa de seguridad privada. El 16 de marzo fui a la oficina a hablar de eso, pero cuando llegué me dijeron que entre y me haga pasar por policía”.

Diego vio al mecánico y a los dueños e hijos de los dueños del inmueble. “Alejandro O. lo golpeó al señor, y Jhasmany me miró como diciendo haz algo y yo le di dos bofetadas al mecánico. Luego Jhas lo abofeteó y El Garrote, (Alejandro) de un empujón lo metió al baño para sumergirle la cara en un bañador y casi ahogarlo. También estaban César M.; Sergio O., Wilder G. Marcos F.; y Johnny M., que era el único encapuchado. Yo me salí al hall, pero oí los gritos porque el Chino Montecinos le seguía pegando al señor. Luego le obligaron a tomar casi una botella de whisky al mecánico, para que parezca que le golpearon en alguna pelea y El Chente le fue a dejar. Jhasmany le puso un billete de 200 bolivianos en su bolsillo y lo mandó ebrio”.

Oficialmente, Diego empezó a trabajar con Jhasmany el 2 de abril, un día después de renunciar a la Aduana, porque el abogado le prometió que, al ser él su asesor legal, e inversor, nadie “molestaría” el funcionamiento de la empresa de seguridad privada. Empero, le dijo que debía tatuarse la pirámide de Qliphot si quería formar parte de esa familia.

“Una sola persona hace ese tatuaje, fui al Tatoo de la calle General Achá, entre Baptista y Ayacucho, y me lo hicieron”.

En mayo de 2018 llegó Eliana V. “Ella andaba con otro bufete de abogados, a cuyo jefe le dicen Box. Creo que ahí trabajaba Diego Céspedes. Eliana le pidió a Jhas que la ayude porque era enamorada del tal Box y él siempre le pegaba.

Le respondió que podía ayudarla, pero que se venga a trabajar con él. Ella aceptó y ofreció el apoyo de varios policías que eran sus amigos. A las semanas ya los veíamos a Eliana y Jhasmany de la mano, a besos. Se encerraban toda la tarde en la oficina”.

Datos

25

personas permanecen detenidas en cárceles o en casas, por estar vinculadas con alguno de los casos en los que está involucrado el abogado Jhasmany T.L.

8

Personas están implicadas, por el momento, en el caso de consorcio de jueces, policías fiscales y abogados. Entre ellos, dos exvocales, un fiscal, cuatro policías, y el esposo de una exvocal, además de Jhasmany.

Diego: “Monrrero le pagó al esposo de Anawella y juez bebió con Jhas”

En sus declaraciones, Diego L. también se refirió a los nexos de Jhasmany con vocales, jueces y funcionarios del Poder Judicial. Contó, por ejemplo, que fue testigo del pago de un dinero al esposo de a vocal Anawella T.P, de parte de un delincuente conocido.

Relató que un día salieron del Juzgado junto al abogado, a Marcos F. y El Chente y se fueron al kilómetro 7 de la avenida Blanco Galindo, a bordo del Toyota Sprinter de Chente. “Paramos por Farmacorp y lo recogimos a un señor demás de 50 años, canoso, de lentes y con traje deportivo. Jhasmany le saludó y presentó como su tío”. Se dirigieron a la oficina y allí ya los estaba esperando un hombre. “Jhasmany dijo: ‘Mirá, tío, el señor Marcos Montecinos ya trajo el dinero para pagar el caso que está llevando mi tía’. En ese momento se le acercó el monrrero y sacó el dinero de su bolsillo, unos 1.500 dólares y Jhas le dijo, ‘pagále en sus manos a mi tío, que es el esposo de la Anawella, la vocal, para que veas que yo ni un peso te estoy pidiendo. Su tío contó y guardó diciendo: ‘Estamos de acuerdo’. Cuando les capturaron en enero a los del caso consorcio, le reconocí al tío de Jhasmany”.

Diego contó que también conoció a la hija de Marcos Montecinos, “que iba todos los días a hablar con Jhas de varios casos, incluido el de un arquitecto al que le robaron su Ipad y habían dado con la dirección de ellos al encender el equipo. El abogado le prometió solucionar el caso.

Diego también declaró que Jhasmany le había comentado que había una notaria que era parte de Leclere y Asociados que se encargaba “de hacerle cualquier documento”. “Su oficina está la Lanza entre Sucre y Jordán. Él le decía Reina”. También lo acompañó a un juzgado penal en el edificio antiguo, que está ubicado antes de subir las gradas del segundo patio. “Jhasmany dijo esa vez: ‘Este coj… me ha costado 1.000 dólares, ya no más sobornar acá”.

En otra oportunidad, cuando acompañó una audiencia en Quillacollo, conoció a Di, una joven que es sobrina de un fiscal. “Ella se encargó de tramitar todos los certificados del Registro Judicial de Antecedentes Policiales (REJAP) para los miembros el bufete que eran procesados. “Le escuché a Eliana hacerle recuerdo a Jhasmany que debía llamar a su tía Anawella para ver el caso de Omar Gonzáles, porque la esposa de él todo el tiempo le estaba escribiendo”.

TRAGOS CON JUEZ Diego aseguró que vio a un juez beber con Jhasmany y otros integrantes del bufete. “En mayo estábamos con Jhasmany, Marcos, César, Wilder, y Alejandro. Hablaron sobre el juez Rolando V., al que le decía Pluri, y Jhas dijo que ‘ese pobre hombre está bien deprimido porque su esposa lo denunció por violencia. En ese instante Jhas lo llamó por teléfono y le preguntó dónde estaba”.

A los 10 minutos, el juez Pluri apareció en la oficina de Leclere y Asociados. Eran las 5 de la tarde de un día hábil, “pero el juez estaba borracho ya, y cuando subió a ver a Jhasmany siguieron tomando. Nosotros compartimos un vaso. Yo quise irme y Jhasmany me dijo que no me vaya porque el Pluri es juez y podía servirnos en cualquier momento”.

Un psicólogo, el WhatsApp y un estafador caído

No solo abogados, policías, fiscales y jueces formaban pate del grupo de Leclere y Asociados. Según Diego, también conoció a un psicólogo que se había tatuado la estrella de Qliphot en su brazo. “ Al día siguiente que me tatué lo conocí. Estaban desayunando en la oficina. Tiene unos 60 años, es de contextura gruesa, 1.80 metros, moreno, de lentes y cabello canoso. Jhasmany me lo presentó diciendo: ‘Él es psicólogo, trabaja en mis casos con su profesión. Él me dio la mano y también tenía el tatuaje en el brazo derecho. Su oficina es en la calle Lanza entre Colombia y Ecuador, al lado de donde venden sandwichs de chola”.

Diego también describió cómo se comunicaban vía WhatsApp. “Había tres grupos. El administrador del grupo de varones era Alejandro O., El Garrote, y ahí estábamos Sergio O., César M., Wilder G., Oliver S., Marcelo V., Marcos F. y Jhasmany T. En ese grupo enviaban pornografía y hablaban de mujeres”.

El segundo grupo, del que Diego no formaba parte, había sido creado para los abogados. “Estaban Jhasmany, Sergio, César Wilder, y Marco, que no era abogado pero era mano derecha de Jhas. Ahí también estaban incluidos jueces, fiscales, vocales y policías. No sé quién era el administrador, si Jhasmany o Marco”, declaró.

El tercer grupo fue creado por la asistente Eliana V. el día que fue aprehendido Wilder G. y se llamaba “Los ángeles de Jhasmany”.

“Ella me agregó a ese grupo, y vi que estaban César, Marco, Sergio, Gabriela y otras personas que yo no conocía. Allí, Eliana subió un video de la FELCC de Tiquipaya en el que unas abogadas están reclamando por la aprehensión de Wilder y a Eliana se la ve gritando que era injusto. Yo me salí del grupo”.

VIAJE A LA PAZ En mayo de 2018, Diego viajó a La Paz con varios miembros del bufete. Le dijeron que debían ejecutar una orden de aprehensión en contra de un estafador que engañó al tío de Sergio O. con unas visas para Estados Unidos.

Salieron en la camioneta Chevrolet que le arrebataron al padrastro de Jhasmany en 2017. Sergio consiguió el teléfono del hombre y se hizo pasar por un interesado en una visa. Acordaron verse en la cafetería del ex Radisson y allí Jhasmany le mostró una orden de aprehensión en su contra.

“Alejandro O. lo enmanilló y lo sacamos a la camioneta. El señor rogó que le den tiempo para devolver el dinero y que no ejecuten el mandamiento. Jhasmany le respondió: ‘¿Te estás haciendo la burla de mí? Voy a llamar al juez amigo de turno ahorita, para que te meta preso, porque es viernes y llegaremos de noche”.

LLAMADA A JUEZ El abogado llamó en ese instante al juez Pluri, a Rolando V. y le dijo: “Hermanito, tengo un aprehendido, necesito saber quién estará de turno para que lo encarcelen. El juez le respondió que iba a buscar y que le devolvería la llamada”.

El tramitador de visas se asustó y aceptó ir por su propia voluntad, para esperar en Cochabamba el envío de dinero y la entregar, como garantía, un vehículo Mustang que estaba sin motor en un a casa por el surtidor El Cristo.

“Jhasmany decidió irse en avión porque le estaba doliendo su pie. Lo dejamos en El Alto y nos fuimos en la camioneta llevando al aprehendido”, recordó.

En la oficina, ya les esperaba el tío de Sergio O., quien aceptó la propuesta de arreglo y la entrega del carro a Sergio. Según Diego, mientras esperaba que le manden dinero de La Paz, el estafador se quedó en la oficina y participó de una guitarreada. También fue a comer con todos a una churrasquería, cuando Jhasmany les invitó a celebrar que le fue muy bien en otro caso. “El auto fue dejado como garantía por 20 días, pero el tramitador no volvió con el dinero que tenía conseguir y el carro se lo quedó Sergio”, contó.

Diego amplió sus declaraciones el 1 de marzo y dio varios otros detalles más que se guardan en reserva. Un juez ordenó su detención domiciliaria, en enero de 2019.

Fuente: Opinión

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