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David Castro ‘el rey de la cumbia boliviana’ hace una película sobre su historia

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David Castro, conocido como ‘el rey de la cumbia boliviana’, prepara una película de su vida. Una historia de superación digna de ser contada

Desde que tiene uso de razón David Castro Olmos, uno de los mejores cantantes de la cumbia popular boliviana, recuerda que de niño agarraba una escoba simulando una guitarra y el cepillo de su hermana como si fuera un micrófono, y cantaba las canciones de moda que sus hermanos mayores ponían en la pequeña radio que tenían en su vivienda del barrio San Pedro, de La Paz, donde nació un 25 de octubre. Hoy vive en Calacoto, una zona residencial.

 

Siempre soñó con ser famoso. Anhelaba ser una estrella de la música y subirse a los escenarios más importantes del país y del mundo. Otro sueño era convertirse en un buen futbolista y llegar a vestir la camiseta nacional.

“Era muy bueno pateando pelota. Algunos con los que jugaba, que se puede decir que eran mis ‘chacras’, llegaron a jugar en la liga profesional, yo hubiera llegado lejos, pero me decidí por la música y creo que fue una decisión acertada porque la carrera del fútbol es muy corta y ahora ya estaría con los botines colgados y tratando de ser director técnico. En cambio, con la música aún tengo mucho camino por recorrer. Pude hacer una carrera muy bonita, en todas sus facetas, exitosas, malas, muy malas, caer, soñar y volver a levantarme”, afirma el cantante.

Lo cierto es que de pequeño no sabía cómo, pero estaba seguro de que su nombre un día sería conocido y sonaría no solo en Bolivia, sino también fuera de nuestras fronteras. Y así fue. David ha llevado su música a Perú, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil, Estados Unidos, España, Italia, Suecia y otros países de Europa. Compartió escenario con los Bryndis, Los Broncos, Sonido Máster, Ana Bárbara y con los Bybys grabó la canción Mamita querida, compuesta por él.

Ahora el músico, conocido por muchos como ‘el rey de la cumbia boliviana’, se encuentra en pleno rodaje de la película Añoranzas, en la que participa la reconocida actriz mexicana Carmen Salinas y su nieto, Manuel Monje. Si todo sale como han planificado, antes de fin de año el filme nacional, en el que también actúa Elías Serrano, ya estará en las carteleras del país.

La canción Añoranzas, en la que se basa la película, fue compuesta por el músico Jaime Reyna, inspirada en la vivencia de los bolivianos que migraron a Argentina, pero David, junto con Andrés Tintaya, le puso su granito de arena a la música y letra. La primera parte de la cinta ya fue rodada en el país. Ahora falta la segunda parte, que en breve harán en Argentina, España y Estados Unidos.

Destreza. David muestra, en esta secuencia, la habili – dad que tiene para moverse en el escenario.

Una infancia muy feliz

Nunca fue buen alumno. A los diferentes colegios a los que fue solo le gustaba ir para divertirse con sus compañeros a la hora del recreo y la salida. Las únicas materias que le atraían eran educación física y música. Eso sí, en todas las horas cívicas era el cantante designado.

Los mejores años de su vida los vivió en su barrio. Tuvo una infancia muy feliz, a pesar de las carencias que pasó al nacer en una familia humilde y numerosa, donde solo su papá, Guillermo Castro, trabajaba como carpintero y luego de perder parte del pie en la Guerra del Chaco, se especializó como técnico protesista, mientras que su mamá, Alicia Olmos, se dedicaba a las labores de casa y a la crianza de sus hijos: Isabel, Daniel, Carlos, Julio, David y Willy.

“Jugábamos en la calle. No había peligro. No tenía las comodidades que me hubiera gustado, pero no importaba, era feliz. Disfrutaba de la compañía y los juegos con mis hermanos y amigos. Fue una etapa muy hermosa de mi vida. Mi papá fue un poco severo, pero entendía que su forma de amarnos era darnos buenos consejos para que no nos desviemos del camino. Me pesa que no vivió para verme triunfar sobre los escenarios. Sí tengo la dicha de tener a mi mamá a mi lado hasta ahora”, señala.

En familia. Acompañado por sus padres, hermanos y algunos sobrinos
Familia. En el jardín de su casa con su esposa y ocho de sus diez hijos

De mariachi a cumbiero

Tenía apenas 16 años y aún estaba en el colegio, cuando comenzó a trabajar en el equipo de apoyo del Mariachi Tenampa. Era el cargador de los sombreros de los músicos. Luego pasó a ser guitarrista. “A todos lados llegaba siempre como un Speedy Gonzales, puro sombrero”, recuerda entre risas.

Cuando fue al cuartel era el soldado mimado, porque se convirtió en ‘la radio’ de los alférez de la Naval, en Tiquina. “Me llevaban a sus reuniones y me hacían cantar todas las canciones de Los Broncos, Juan Gabriel, Luis Gabriel, Camilo Sesto, Leo Dan y especialmente de Roberto Carlos, por eso me bautizaron como el Roberto Castro”, recuerda.

Fue parte del Mariachi Jalisco y luego formó el Mariachi Gavilán con un grupo de jóvenes de la Sinfónica Nacional, en el que tocaba la guitarra y hacía la segunda voz, junto con su hermano Willy, que era la voz principal. Cuando les tocó acompañar a Leo Dan en su gira por Bolivia, como su voz era más aguda le resultó fácil y fue el primer paso para convertirse en el cantante principal. Ahí le echaron el ojo diferentes agrupaciones y orquestas.

El cumbiero se cansó de bregar con sus mariachis, que estaban firmes los viernes, pero como se iban de ‘juerga’, los sábados no aparecían. Llegaron a tal punto de que en una presentación solo estaba David, el trompetista y el acordeonista. A los demás no los encontró ni debajo de las piedras.

Por esas casualidades de la vida, a la que él le llama bendición, en el mismo lugar iban a cantar Los Brothers, cuyo director, Jaime Reyna, era su amigo y le prestó a algunos músicos a los que le pusieron sombreros para salvar el show. Luego le propusieron a David cantar con el grupo y aceptó. Dos semanas ensayó con ellos como la segunda voz y se lanzó como cumbiero. Así dejó atrás su pasado mariachi y asumió el estilo tex-mex del grupo.

El cantante oficial de Los Brothers en ese tiempo estaba incómodo con la presencia de la nueva voz y le dio un ultimátum al director: “Él o yo”. David se quedó. En dos semanas ya estaba grabando su primer disco y el exmariachi se lució con De nuestro amor. Fue el despegue de su carrera, en 1993. Su fama subió como la espuma. Los conciertos del grupo copaban todos los escenarios donde se presentaban.

Con la agrupación, donde estuvo tres años, viajó por toda Bolivia y por diferentes países. Grabó tres discos, todos con récords de ventas y premiados con discos de oro, platino y doble platino. Su separación se dio de forma anecdótica, ya que David se daba sus escapadas a cantar solo en diferentes fiestas donde era requerido. En unas horas, dice que ganaba mucho más que en varios shows como integrante de Los Brothers.

“En la primera etapa yo me llevaba los aplausos y ellos se llevaban la plata. Luego me hicieron socio, pero igual seguía con mis presentaciones ‘clandestinas’, lo que causaba malestar en el grupo. Me quise salir, pero Jaime me apoyó. Igual seguí cantando solo hasta que le llegué al ‘copete’ al director y me mandó a volar”, cuenta.

Con Carmen Salinas. La actriz mexicana hará el rol protagónico de la película Añoranzas, en la que David es actor y productor
Mariachi Gavilán. Lo formó con su hermano Willy. Era un grupo muy reconocido en La Paz. Ganaban bien.

Un estilo singular

El estilo de David es inconfundible. No solo por su vestimenta, una fusión de los mexicanos y los caporales, adaptado a un estilo propio, sino también a su forma de bailar que fue asimilando al ver a su público hacer ciertos pasos. Él le puso su sello. Muchos niños hacían imitaciones y concursos personalizándolo.

Cantó en un estilo tex-mex noventero en la primera buena etapa con Los Brothers, con canciones como Amor se escribe con llanto, Te desafío, Ingrata, Nostalgias, Todo lo aprendí de ti, Qué bien se ve y Añoranzas, entre otras. Luego fue cambiando a un estilo más villero con sus clásicos Luna amiga, Cariñito, No lo olvidaré, A qué volviste, Si te vas, Tanto amor, Por qué te vas, entre otras.

Luego de dejar el grupo encaró nuevos proyectos, primero con La Unión y luego con Los Wistus, pero no tuvo éxito, llegando al peor momento de su carrera. “En 2003 tuve un bajón. Toqué el piso. Nadie me contrataba en fiestas caseras ni en Carnaval, que son días en los que nadie se queda sin pega. Me vi obligado a vender varias de mis cosas para sustentar a mi familia”, asegura con un dejo de tristeza, reconociendo que esto pasó porque no se reinventó y su música dejó de gustar a su público.

Renació como el ave fénix

No se rindió. Sus ganas, su perseverancia y sus sueños hicieron que resurja como el ave fénix. Se unió al grupo América Brass, con el que impuso el nuevo estilo de cumbia villera, que estaba en boga, llegando de nuevo a la cumbre de sus 30 años de carrera, en la que ha compuesto una decena de canciones y grabado una veintena de discos.

La música le dio todo. Nunca hizo otra cosa que no sea su arte. David es un ejemplo de que se puede vivir de la música y lograr sus sueños en su tierra, lo que no sería posible sin el cariño de la gente. Siempre estará agradecido con el aplauso de su público, que es el alimento de todo artista.

Esta carrera le ha dado grandes alegrías, pero también algunos sinsabores. Hace tres años hizo un concierto de despedida. Fue doloroso. Se vio afectado por unos nódulos en sus cuerdas vocales y tuvo que alejarse de los escenarios. Pensó que nunca más cantaría porque en Bolivia no quisieron operarlo.

Hizo una pausa. Se fue a España. Allí lo operaron y volvió con todo. Hoy no solo sigue cantando, sino que también cumplirá el sueño de hacer su película. También es un próspero empresario. Tiene una compañía de sonido y otra de ventas de tickets por internet, además de inversiones en minería. “Estoy descubriendo la magia del cine y es apasionante. Sé que no será la primera y la última película que haga, porque tengo muchas ideas. Soy un hombre que no se queda quieto, porque la música no para”, afirma.

Padre de 10 hijos

En el tiempo de bajón musical, volvió a la universidad a retomar los tres años de Administración que le quedaron pendientes; tenía que ver la forma de salir adelante. Trató de trabajar en otra cosa, pero no lo consiguió. La música era lo suyo, pero debía buscar la forma de mantener a su mujer, Nila Navarro, y a sus 10 hijos.

Como todo músico fue un bohemio, por lo que su primer matrimonio fracasó, pero le dejó tres hijos: Leyla, Amaya y María Belén. Sergio y Débora fueron concebidos fuera del matrimonio, mientras que David Jr, Danily, Danilo, Davinia y Danilson son fruto de su amor con su segunda esposa, a quien se unió hace 13 años, pero recién hace cuatro se casaron. Atrás quedó el bohemio. Ahora disfruta de su esposa e hijos, cosa que no hizo con los mayores, a los que no los vio crecer. Ahora es un hombre realizado y feliz.

Periodista egresado de la Universidad Abierta Interamericana- Argentina Especialista en Salud Digital, telemedicina, Empresas, Nuevos Negocios, SEO

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