LA HISTORIA DEL COSTURERO BOLIVIANO PROCESADO POR VIOLAR A SU MUJER E INCENDIARLE EL AUTO Y QUE LA JUSTICIA DEJÓ LIBRE
Vladimir Iturri Verástegui asedió sin piedad a su ex mujer, la madre de su hijo, durante más de dos años. La lista de imputaciones en su contra que consta en el Juzgado de Instrucción N°35 del doctor Osvaldo Rappa acumula once hechos: los cargos incluyen delitos como lesiones leves, amenazas coactivas reiteradas, daño agravadoy hurto agravado. Los detalles son bestiales.
El 27 de agosto de 2013 por la noche, Iturri Verástegui, de 34 años, costurero de profesión, nacido en Bolivia y domiciliado en Ciudadela, encontró a su ex pareja en la esquina de Eva Perón e Ingeniero White: primero la lanzó al piso en plena vereda para tomarla de los pelos. Luego, la arrastró. “Te voy a matar hija de puta, de esta no te vas a salvar”, le habría gritado, mientras la golpeaba y pateaba, según sostuvo la Justicia.
El 20 de julio de 2014, casi un año después, el costurero llegó enfurecido a la puerta del edificio de su ex en Floresta, exigiendo hablar con ella para golpear la puerta de entrada sin recibir respuesta. Había una camioneta Fiat Fiorino estacionada en la puerta, propiedad de un pariente de su ex: Iturri la prendió fuego. La pericia posterior al vehículo hecha por la Policía Federal habló de “una sustancia acelerante de la combustión”. El costurero, de acuerdo a documentos judiciales, hasta llegó a esperar a su hijo en la puerta del colegio para pedirle las llaves de la casa de su madre, para meterse por sorpresa y esperarla debajo de la cama.
El 5 de octubre de 2015, Iturri cruzó todo límite en su afán violento. Esperó a su ex otra vez en su casa. Al llegar, la violó.
La Justicia dio por probado que poco antes de las 8 de la mañana de ese día, Iturri entró al departamento de su ex, aprovechando que tenía las llaves de la puerta del edificio y que la mujer no había cerrado la puerta de su casa. Cuando ingresó de vuelta para apagar un televisor que había encendido, la sorprendió para taparle la boca con una bufanda, romperle el pantalón deportivo y penetrarla vaginalmente a pesar de la resistencia. La supuesta violación fue corta; sin embargo, Iturri logró eyacular. Antes de dejar el departamento, “empezó a sacarle fotos a la damnificada”, dice el procesamiento.
No hubo evidencias físicas que apoyaran esta acusación, pero la pericia psicológica sobre la ex mujer del costurero descartó cualquier fabulación o mentira. Otras conclusiones revelan la extensión del daño: “Naturalización de la violencia vincular integral”, “escasa capacidad defensiva”, “desborde emocional prolongado, progresivo, retroalimentada y crónica relación de violencia“.
Anoche, finalmente, Iturri Verástegui cayó preso, según confirmaron fuentes de la investigación a Infobae.
La división Búsqueda de Prófugos de la Policía Federal Argentina lo capturó en un complejo de canchas de fútbol sobre la calle Terrada al 100 en Flores, frecuentado por la comunidad boliviana. El CUFRE, el Comando Unificado de Recaptura de Evadidos del Ministerio de Seguridad, colaboró en la investigación y el procedimiento. Su pedido de captura había sido dictaminado por el juez Rappa el 26 de octubre pasado; la división Búsqueda de Prófugos recibió la orden a mediados de marzo último.
No fue fácil encontrarlo. Iturri dejó sus lugares usuales luego de que Infobae revela su historia en agosto pasado.
La inteligencia recolectada por Búsqueda de Prófugos apuntó a que visitaba las canchas de la calle Terrada los días sábado: un grupo de policías lo identificó y lo esperó a la salida. Las averiguaciones hechas por PFA revelaron un rumor terrible: el costurero habría atacado otra vez. Voces en la comunidad boliviana le apuntaron a la Policía que habría drogado a una joven para violarla, aunque no consta denuncia del hecho. Un bebé habría nacido producto de esta supuesta violación.
La detención de Iturri fue, por otra parte, el logro de dos fiscales: Mariela Labozzetta, titular de la UFEM, el ala de la Procuración que investiga y persigue la violencia de género y el doctor Matías di Lello, hoy fiscal federal en San Isidro. Ambos trabajaron juntos, por ejemplo, en la captura del principal sospechoso de la brutal muerte de la dirigente trans Diana Sacayán. La UFEM, junto a la DOVIC, el área de protección de víctimas de la Procuración, contuvo a la ex de Iturri y aseguró su testimonio. Lo cierto es que, para ambos fiscales, no fue fácil que el juez Rappa firme la orden: el magistrado procesó al costurero, pero lo dejó libre.
La sorprendente decisión fue tomada agosto pasado. En su procesamiento, Rappa afirmó no existen “serias razones que permitan presumir que el imputado intentará eludir la acción de la Justicia y entorpecer las investigaciones” y que “desde que tuvo conocimiento de la existencia de un proceso penal en su contra, demostró su voluntad de estar a derecho”. Labozzetta y Di Lello no solo apelaron la decisión y pidieron custodia para la ex pareja de Iturri: Di Lello había pedido el arresto del costurero por escrito un año antes.
“La dificultad en esta causa fue la misma que en todas las causas: los prófugos no son buscados activamente, ocurre incluso en causas de femicidio”, apuntaba la fiscal Labozzetta a Infobae en agosto pasado: “El prófugo no se encuentra, se declara la rebeldía y la causa se archiva. Esa rebeldía se notifica a la Policía, pero no se inicia una búsqueda activa. Si se lo cruza, lo detienen. En este caso, solo se liberó un pedido de paradero. Pese a todas las medidas que fuimos pidiendo, nunca se lo encontró. Fue tan sencillo como aportar su domicilio laboral, lo que llevó a detener, indagar, liberar y procesar a Iturri. Hoy apelamos su libertad“. La llegada del pedido a Búsqueda de Prófugos marcó un cambio en el viento: Iturri fue arrestado a poco menos de dos meses de que la división recibiera el pedido.
Iturri es un caso extremo en el contexto mayor de la comunidad boliviana en Argentina, pero está lejos de ser un caso aislado: entre todas las comunidades migrantes de la Argentina, la boliviana tiene la mayor cantidad de denuncias por violencia de género según la Ofina de Violencia Doméstica que depende de la Corte Suprema. De 17 mil denuncias hechas por extranjeras desde que la OVD comenzó sus actividades en 2008, unas 5600 fueron hechas por mujeres boliviana, casi un tercio del total.