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Política

Difícil disyuntiva del pueblo boliviano

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Bioseguridad en eleciones

(Infodiez-8/07/20)

Por Guido Pizarroso Duran

Las difíciles circunstancias por las atraviesa el país, han colocado al pueblo en la disyuntiva de aceptar elecciones en plena pandemia, con los riesgos que implica esta decisión, pero con la esperanza de que de las urnas surja un gobierno estable y con poder de decisión que pueda remediar la crisis.

El Coronavirus ha infligido un duro golpe a la humanidad, recordándonos que ante la fatalidad pueden caer ricos, pobres, buenos y malos. La epidemia está reponiendo en el diario vivir, la danza de la muerte que en la Edad Media cobró vigencia por la presencia de las pestes que se llevaron miles de vidas, especialmente en Europa. Hoy el escenario es más amplio, abarca todos los continentes, como también su significado, pero se mantiene el mensaje central que nos recuerda que tarde o temprano todo acaba, que nadie vivirá eternamente, que los contagios se cuentan por millones y que la parca ya se llevó a más de 500 mil ciudadanos del mundo.

Bolivia no es la excepción, la gente vive aislada, con mucho temor, la irresponsabilidad de muchas personas agrava la situación, mientras los familiares de los enfermos sufren junto a aproximadamente 40 mil contagiados, y otros lloran la muerte de más de mil 400 personas que hace apenas cuatro meses estaban llenas de vida. Lo peor es que los muertos permanecen en los domicilios por más tiempo del prudencial, porque los protocolos fúnebres no han tomado todas las previsiones. Ha conmovido hasta el llanto las imágenes difundidas por televisión de velatorios en la puerta del cementerio en Cochabamba, que ya superó su capacidad; muertos en las calles, ataúdes en las aceras, bloqueos de calles con féretros, y otros extremos que dan una idea vergonzosa de cómo no sirvió de nada la cuarentena rígida ni los llamados de alerta sobre la gravedad del problema, para que las autoridades tomaran las previsiones necesarias. Faltan camas en hospitales; se sufre escasez de respiradores e insuficiencia de equipos de bioseguridad para médicos, personal de apoyo, policías y militares. Esta situación refleja un cuadro aun más lúgubre que el anuncio de abrir fosas comunes; que no alcanzan los ataúdes o que no hay capacidad para la incineración de los cadáveres.

¿De qué sirvió que las autoridades alertaran de la posibilidad de que se den 130 mil casos de coronavirus, más muerte y que pronosticaran que no alcanzarán los hospitales ni los cementerios? Hace cuatro meses se sabía que la progresión de enfermos se expandiría como ocurrió en otras partes, y que colapsarían los pocos medios que existían. Se declaró emergencia sanitaria, cuarentenas rígidas y “dinámicas”, se destinaron miles de millones a combatir el coronavirus; la comunidad internacional ofreció créditos, pero poco se hizo, porque los esfuerzos y la voluntad están dirigidos políticamente tanto desde el gobierno como en los partidos que intervienen en el proceso electoral, que lejos de contribuir con ideas y soluciones, bloquean las gestiones.

 

La Paz no termina de salir de las contradicciones entre autoridades de Salud y el SEDES, y como siempre se hacen anuncios que no se cumplen. Ahora dicen que se determinó ajustar los protocolos de manejo de cadáveres y se determinó realizar rastrillaje para establecer casos de coronavirus. La decisión fue asumida en reunión del Comité de Operaciones de Emergencia Departamental (COED). Se dijo que se analizará el costo para la  cremación de cuerpos en el caso de las funerarias privadas que tienen problemas para atender la demanda de entierros. El Instituto Nacional de Laboratorios de Salud (Inlasa) recibe una cantidad mayor de pruebas de la que puede procesar. Diariamente unas quinientas muestras se reciben de posibles casos de la sede de gobierno y de otras ciudades, pero solamente puede procesar unas 350 por día. ¿Qué se hace con el resto?

La ausencia de autoridad hace, además, que se cometan serie de excesos de grupos radicales que bloquean el acceso a los botaderos municipales,  otros que incitan a desobedecer el aislamiento; hay especulación en los alimentos y medicamentos, y cobros excesivos en las clínicas privadas. Un medio de comunicación recibió la denuncia de que en solo cuatro días de internación de un paciente, la cuenta se hizo 41.000 bolivianos, más de 10.000 cada día. Las difíciles circunstancias por las atraviesa el país han colocado a la población en la disyuntiva de aceptar elecciones en plena pandemia, con los riesgos que implica esta decisión, pero con la esperanza de que de las urnas surja un gobierno estable y con poder de decisión que pueda remediar la crisis. La otra opción es seguir sin soluciones arrastrando permanentes equivocaciones, falta de autoridad, una feroz oposición de grupos radicales, y el bloqueo del parlamento que impide hasta los recursos para mitigar la situación de la salud y las necesidades humanitarias.

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