Sociedad
El Camino de la Muerte te lleva donde nace el agua
El documento técnico define cinco objetivos de conservación, entre ellos garantizar la conectividad de los ecosistemas, conservar las formaciones boscosas yungueñas y promover un aprovechamiento sostenible con enfoque ecosistémico. En la reserva se han registrado 536 especies de plantas vasculares, 374 aves, 49 mamíferos, 7 anfibios y 5 reptiles, incluyendo especies vulnerables como la rana Rhinella quechua y el ciervo Mazama chunyi.
La Paz, 14 de octubre 2025
Por: Raúl Pérez
La neblina cubre las montañas de Coroico con un velo espeso. A medida que los visitantes descienden por el famoso Camino de la Muerte, esa ruta que alguna vez fue sinónimo de vértigo y peligro, se acercan sin saberlo al corazón que mantiene con vida al pueblo, una reserva natural que provee el 95 % del agua que consume la zona urbana de Coroico.
En lo profundo del bosque yungueño, el Río Negro atraviesa la Reserva de Agua y Conservación de Ecosistemas Montanos Río Negro (RACEM), creada por Ley Municipal N.º 137/2020, que protege 6.212 hectáreas de bosques montanos, ríos y quebradas. Allí, donde la neblina se mezcla con el canto de las aves y los helechos arborescentes se alzan como guardianes prehistóricos, el agua nace, fluye y sostiene a las comunidades que la cuidan.
Un territorio que protege el agua
Primera cascada de Cedro Mayo, bajo el dosel de helechos arborescentes (Cyathea caracasana), símbolo de la Reserva de Agua y Conservación de Ecosistemas Montanos Río Negro (RACEM), en los Yungas de La Paz. | Piscina natural alimentada por una vertiente del Río Negro, donde el agua cristalina permite que niños y familias disfruten del entorno sin alterar el equilibrio del ecosistema. Es uno de los espacios de recreación gestionados por las comunidades locales dentro de la RACEM. |
“En Coroico, el agua viene del bosque. Cuidar el bosque es cuidar nuestra fuente de vida”, explica Lilian Apaza, técnica de la Fundación Natura, organización que apoyó el proceso de elaboración del Plan de Manejo del área protegida.
El documento técnico define cinco objetivos de conservación, entre ellos garantizar la conectividad de los ecosistemas, conservar las formaciones boscosas yungueñas y promover un aprovechamiento sostenible con enfoque ecosistémico. En la reserva se han registrado 536 especies de plantas vasculares, 374 aves, 49 mamíferos, 7 anfibios y 5 reptiles, incluyendo especies vulnerables como la rana Rhinella quechua y el ciervo Mazama chunyi.
“Este plan no solo protege árboles, sino el agua que se usa todos los días en la ciudad de Coroico, donde residentes y turistas la usan”, añade Apaza. “Por eso trabajamos con las comunidades en educación ambiental, acuerdos recíprocos y monitoreo comunitario. Queremos que el área protegida sea sostenible en el tiempo y que, a futuro, se consoliden corredores de conservación que conecten Río Negro con otras áreas vecinas del norte paceño y Alto Beni”.
Ana Canaza, directora de Medio Ambiente del municipio, recuerda que Coroico ya sufrió en el pasado periodos de escasez de agua, y que la creación de la RACEM fue una respuesta concreta a esa preocupación. “Hoy el agua llega con más seguridad porque se cuidan las fuentes, pero debemos mantener ese compromiso para el futuro”, subraya.
Voces que cuidan el bosque
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Guarduanas intercambian experiencias con Juan Vargas sobre sus experiencias. Foto: ANA | Mora chimba, especie identificada en la zona para el tejido de techos y artesania. Foto: ANA |
Durante las jornadas de campo para el diagnóstico y la zonificación participaron representantes de nueve comunidades vinculadas al área protegida: San Francisco, Carmen y San José de Chicalulo, San Juan de la Miel, Cedro Mayo, Santo Domingo, Coroico Viejo, Atalaya y Sacramento Alto.
La visita coincidió con la Feria de la Miel, un espacio de intercambio donde guardianes de diferentes reservas del norte paceño compartieron experiencias. Entre ellos estaba Brígida Tunqui, guardiana del agua de una reserva en Alto Beni, quien recorrió el bosque junto a las comunidades locales.
“Los bosques son las fábricas de agua”, dijo mientras observaba el entorno húmedo cubierto de helechos, y comentaba cómo en su territorio utilizan hojas como la mora chimba, que sirve de hilo para techar, y otras especies que forman parte de la vida cotidiana.
Su testimonio, compartido en el intercambio, refleja una conexión profunda con la naturaleza y la importancia de aprender entre pares. “Las comunidades son las primeras en observar los cambios del bosque y las que reportan las amenazas”, añade Apaza.
Monitoreo y gestión local
Vista de la segunda cascada, denominada Katari. Foto: ANA | Un turismo responsable y conciente es un pilar considerado para la sostenibilidad del área. Foto: ANA |
Juan Vargas, coordinador para la zona de la Fundación Natura, explica que el trabajo en Río Negro combina ciencia y conocimiento local:
“Lo que buscamos es que la conservación no sea un documento, sino una práctica cotidiana. Las comunidades conocen su territorio y saben dónde nacen los ojos de agua. Nuestro rol es fortalecer esas capacidades con herramientas de monitoreo y planes de acción”.
El especialista agrega que, a futuro, se espera que las operadoras turísticas incluyan el uso del área protegida como parte de sus circuitos de visita, con criterios de sostenibilidad y educación ambiental:
“Hoy, los ciclistas que bajan por el Camino de la Muerte pasan sin darse cuenta del valor de este lugar. La idea es que también conozcan que están atravesando una reserva que produce el agua de Coroico y que es vital para su biodiversidad”.
El equipo técnico impulsa la implementación del Comité de Gestión del Área Protegida, que integra autoridades municipales, representantes comunitarios y actores sociales. Este espacio tiene la misión de validar los planes operativos anuales y coordinar acciones para reducir las amenazas, como la deforestación o los incendios.
En paralelo, se desarrollan actividades productivas sostenibles, como la apicultura y el turismo comunitario, estrechamente vinculadas a la conservación.
La visión del municipio
Para el Gobierno Autónomo Municipal de Coroico, la RACEM es una prioridad ambiental y social. Ana Canaza, directora de Medio Ambiente, destaca que la reserva es clave para mantener el abastecimiento de agua y el equilibrio del ecosistema local:
“Como gobierno municipal es muy importante conservar y proteger nuestras fuentes. Esto no solo abastece a las comunidades, también brinda un servicio a los visitantes. Nuestro compromiso es mantener la sostenibilidad y fortalecer la educación ambiental”, afirma.
Canaza recuerda que Coroico fue reconocido como primer municipio turístico de Bolivia y considera que esa condición implica una responsabilidad mayor:
“El turismo debe convivir con la conservación. Tenemos cascadas, senderos y paisajes únicos, pero todo eso existe gracias al bosque. Si lo perdemos, perdemos también nuestro atractivo natural”.
Donde la muerte se transforma en vida
Desde Cedro Mayo, las familias observan un manto verde que parece no tener fin. Este bosque yungueño, parte de los Andes Tropicales, resguarda las nacientes de agua que abastecen a Coroico y une la vida de las comunidades con la conservación. Foto: ANA | En la Cascada Katari, el turismo se vive con respeto. Familias y visitantes se bañan en aguas que nacen del bosque, mientras las comunidades locales gestionan los espacios con criterios de sostenibilidad y educación ambiental. Foto: ANA |
En Río Negro, el aire huele a tierra húmeda y hojas frescas. El agua cae entre las rocas con fuerza constante, recordando que bajo la fama del Camino de la Muerte late un territorio de vida. Los helechos arborescentes, símbolo del área, parecen custodiar las nacientes como testigos antiguos del bosque.
Aquí, las comunidades se organizan, los técnicos acompañan y el municipio coordina una gestión compartida que asegura el agua para hoy y para las generaciones que vienen. El visitante que se detiene unos minutos a escuchar el río entenderá lo que repiten quienes viven en el lugar, cada gota que baja de estas montañas es una historia de conservación.
Viajar con conciencia
- Cómo llegar: desde La Paz hasta Coroico por la carretera antigua a los Yungas. El acceso al área se encuentra al sur del municipio, a unos 97 kilómetros de la ciudad.
- Qué ver: cascadas naturales, senderos ecológicos y bosques de niebla donde se observan aves endémicas, mariposas multicolores que, además de embellecer el paisaje, son indicadores de la salud del ecosistema, helechos arborescentes y especies de orquídeas.
- Actividades: caminatas guiadas, educación ambiental y monitoreo comunitario.
- Costo de ingreso: 10 bolivianos, destinados al mantenimiento de senderos y señalética gestionados por las comunidades locales.
- Mejor época: de mayo a septiembre, temporada seca.
- Regla de oro: visita sin dejar huella. El agua que bebes en Coroico nace aquí. ///ANA/