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Inauguran un centro de formación para modelaje de cholitas en El Alto
La agencia Promociones Rosario, que promueve a mujeres de pollera en el modelaje, abrirá su escuela de liderazgo en El Alto, destinada a las cholitas que quieran incursionar en el mundo de la moda. Las clases iniciarán la primera semana de enero.
La responsable de la entidad, la exconcejala paceña Rosario Aguilar, señaló que este emprendimiento tiene como objetivo revalorizar a la mujer de pollera, que fue declarada Patrimonio Cultural a través de una ley municipal.
Aguilar señaló que la academia no solo busca enseñar a cholitas sobre el modelaje, sino darles los insumos para empoderarlas y que se sientan orgullosas de vestir las polleras, que no se avergüencen de esta indumentaria tradicional de Bolivia.
Las inscripciones comenzarán la primera semana de enero de 2017. Las interesadas pueden dirigirse al edificio Illimani, en la calle 2 de la Ceja, frente al campo ferial, o llamar al teléfono 69832707.
La propuesta es apoyada por la concejal Wilma Alanoca, que dirige la comisión de Planificación y Desarrollo Productivo del Concejo Municipal de El Alto.
“Esta iniciativa es sumamente importante, pues nace con el objetivo de realzar este personaje (la mujer de pollera) en imagen, identidad, fuerza laboral e historia. Por eso estamos promoviendo abrir la escuela de liderazgo y modelaje para cholitas en coordinación con Promociones Rosario”, señaló la exconcejala.
La agencia de Aguilar realiza su trabajo hace nueve años de y llevó a las pasarelas a cerca de cien mujeres de pollera que llevan orgullosas la vestimenta de la mujer paceña.
El auge de las cholitas
Con sus altos bombines, faldas infladas y actitud coqueta, parecen salidas de un drama de época de la televisión de principios del siglo pasado, pero las cholas – o como se les conoce cariñosamente, cholitas – son una fuerza impulsora en la Bolivia moderna.
Hasta las décadas recientes, a estas indígenas aymaras y quechuas -que pueden ser fácilmente identificadas por su elegante y distintiva indumentaria- les podían negar la entrada a ciertos restaurantes, taxis e incluso algunos autobuses públicos.
Durante generaciones no les permitían caminar libremente en la plaza central de La Paz, la Plaza Murillo, ni en los suburbios ricos como Zona Sur.
Eran predominantemente campesinas que habían emigrado a las ciudades y consideradas como de un estrato inferior, que debían quedarse en casa o trabajar como sirvientas o vendedoras ambulantes.
“Solían decir, ‘¡chola, no, no!’ cuando intentamos ir a esos lugares”, recuerda Carmen Mamani de Espejo, quien vende flores todos los sábados en el mercado Rodríguez de La Paz. “Ahora es mucho mejor para cholitas. Tenemos más confianza, podemos ir donde queramos”.
La vestimenta cotidiana de Carmen es la clásica de cholita. Así la moda y las estaciones cambien, las cholas no se alejan del “uniforme”, que consta de una falda de varias capas pesada con enaguas, un chal largo, un bombín equilibrado precariamente en la cabeza, joyas y pequeños zapatos sin tacón.
Valerie Salinas, quien escribió un artículo de investigación llamado “Chola paceña: ícono de la moda”, dice que los españoles obligaron a los indígenas a adoptar ropa europea para “frenar sus aires subversivos”.
“La chola era muy inteligente, llevó la carga de este vestido -algo que no le gustaba- pero lo moldeó a su gusto y al final la empoderó”, asegura Salinas.
Aprovechando el gran cambio
Las cholitas siempre han estado orgullosas de su cultura, pero ahora han reclamado su imagen con una confianza que, en gran parte, proviene de un cambio social masivo.
Un aumento gradual de los movimientos populares en Bolivia -en su mayoría liderados por grupos de campesinos rurales- que culminó en la elección del primer presidente indígena del país, Evo Morales, 2005 ha sido acreditado con la transformación en curso del país.
Las mujeres y los pueblos indígenas han sido un enfoque particular de nuevas políticas y las leyes destinadas a acabar con el elitismo del pasado.
Aunque la pobreza y la desigualdad persisten, la economía boliviana está creciendo.
Con más dinero circulante y con muchas cholitas comerciantes, hay más dinero para gastar, y se nota.
En la pasarela
El cambio no es sólo económico, sino también de actitud social.
Hoy en día se ven cholitas estudiando en las universidades, trabajando en los ministerios del gobierno, bancos y oficinas de abogados y presentando programas de radio y televisión.
Y en escenas que eran inimaginables hace 10 o 20 años, hay desfiles de moda cholita y muestras cada vez más ostentosas de costosos vestuarios de diseñador de estilo chola en la vanguardia de festivales como el evento del año en La Paz: Gran Poder.
“Hace 10 años era casi imposible pensar que una chola podía ser abogada o un periodista, o estar frente de una cámara de televisión, presentando un programa nacional”, dice María Isabel Córdova, que el año pasado creó una nueva revista para la Comunidad Aymara de La Paz.
“Aunque aún puede haber alguna discriminación, la chola está ganándose un lugar en la sociedad”.
El que Córdova haya decidido su revista, “Ayni Sociales”, es notable en sí mismo.
“La Comunidad Aymara tiene una vida social muy activa y es un mercado emergente económicamente. Pero dedicar una revista a mostrar el glamour de esta sociedad habría sido impensable en el pasado. Todo ha cambiado”.
Tal ha sido la transformación que en los últimos meses se estableció la primera agencia de modelaje especiado en cholitas en La Paz.
Al timón está la formidable Rosario Aguilar, abogada, política y una apasionada promotora de moda y cultura cholita.
Cuando empezó a promover la idea de hacer desfiles de moda cholita hace nueve años, tuvo que luchar para convencer a la gente pues sentían que “nadie querría verlo,” dice.
“Tuvimos que rogarle a los diseñadores que participaran. Les intimidaba, no sé si era miedo al rechazo. También era difícil alentar a las cholitas a ser modelos”.
“Ahora tenemos una larga lista de personas que desean participar”.
Hasta quienes no lo son
Y hay un detalle revelador: muchas de los modelos y las mujeres que se ven en fiestas y grandes eventos sociales no son cholitas “de verdad”.
“Una verdadera cholita habla a aymara y lo trae de familia. Y sabe cómo vestirse. Por ejemplo, hay que ponerse la falda tiene bien alto para que el trasero se vea grande”, explica la hija de 27 años de Carmen Clara Espejo Mamani.
Ella quiere tomar la identidad cholita de su madre y abuela en el futuro, pero la ropa puede ser muy costosa, así que está ahorrando para comprar su primer atuendo.
“Es bueno que algunas mujeres se vistan así incluso si no es real”, opina Norma Barrancos Leyva, cholita y presentadora en la estación de lengua Aymara Radio San Gabriel. “Demuestra que hay orgullo en la pollera (falda chola), es parte de nuestra cultura e identidad de nuestro país”.
Barrancos creció en un pueblo a tres horas desde La Paz. Su abuela le dijo que las cholas no podían ir a la universidad, ni ser profesoras ni ministras del gobierno. Ahora trabaja como periodista y se viste como una cholita todos los días, pues no hay ninguna razón para no hacerlo.
En el 2012 pasó un mes trabajando en BBC Mundo en Londres, con la ayuda de fondos caritativos.
“Me siento tan feliz de que tuve la oportunidad de hacer periodismo internacional, que no habría tenido antes. Las cholitas ahora ocupan un lugar en la jerarquía, tienen un valor”.
Y ya es oficial. En octubre pasado el Consejo de La Paz aprobó una ley municipal declarando que la chola paceña (cholita de La Paz) era una parte central del patrimonio cultural de la ciudad. Añadió que la “ideología colectiva ha cambiado de (las cholitas) simplemente ocupando el mercado informal y el servicio doméstico” a tener roles en los ámbitos “políticos, medios de comunicación y negocios”.
“Esta mujer, cuyo sello es una mezcla de dominio español y orgulloso americano original, está en auge”, dijeron los políticos de la ciudad.
Fenómeno puramente femenino
Hay cholitas en toda Bolivia y los tipos de faldas y sombreros cambian dependiendo de la región.
En las ciudades, no hay ningún equivalente masculino; las cholitas casi siempre se verán en el brazo de un hombre vestido con ropa occidental.
En las zonas rurales, pueden verse algunos hombres usando ropa más tradicional, como ponchos y gorros de lana cubriéndoles las orejas (en los Andes), pero no es universal.
Las fiestas especiales son la excepción, pero en la vida cotidiana es un fenómeno femenino.
Las cholitas todavía ocupan ambos extremos de la escala social y económica, pero el equilibrio se ha desplazado.
“Por supuesto algunas siguen siendo pobres”, dice la destacada diseñadora de moda cholita Limbert Cussi.
“Yo trabajo con cholas que tienen dinero. Ellas ya no venden en la calle; importan mercancía de China, Chile, Panamá y ganan mucho”.
“La moda cholita de alta calidad puede ser muy costosa. Para las personas más ricas, entre más caro, mejor: un juego de joyas de oro para un gran evento puede llegar a costar US$18.000. Es una competencia”.
Limbert diseña y hace sombreros de lana de vicuña para el sector exclusivo del mercado, así como chales para eventos especiales que pueden costar US$3.000 cada uno.
También creó y dirige el sitio web Cholita Paceña, que abarca moda y noticias y está en el segundo año de producción de un calendario cholita.
“Queríamos retar esa imagen de las cholitas como mujeres pobres rurales con bebés en sus espaldas”.
“Antes, la gente no quería la vida chola para sus hijas y sus hijas no lo querrían para sí mismas. Ahora es al revés”. Fuente el Cambio
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