Sociedad
La sombra del crimen organizado y el temor ciudadano
La población vive con temor. El hecho de que estos crímenes se produzcan en zonas concurridas, con métodos propios de ajustes de cuentas vinculados al narcotráfico, genera un sentimiento de vulnerabilidad que va más allá de la inseguridad cotidiana. Se trata de un fenómeno de mayor escala, de una violencia importada que se entrelaza con estructuras locales, y que amenaza con convertir al país en un terreno fértil para el crimen transnacional.
Santa Cruz, 23 de agosto 2025
Los recientes hechos de violencia en la capital cruceña, coronados con el doble asesinato de Harold Méndez Erlwein y Leonardo Vaca Díez Gentile, han encendido todas las alarmas en la sociedad. La captura de cuatro ciudadanos colombianos, presuntamente ligados al crimen y al narcotráfico, no solo alimenta la incertidumbre, sino que refuerza la percepción de que organizaciones criminales internacionales están buscando asentarse en Bolivia.
La población vive con temor. El hecho de que estos crímenes se produzcan en zonas concurridas, con métodos propios de ajustes de cuentas vinculados al narcotráfico, genera un sentimiento de vulnerabilidad que va más allá de la inseguridad cotidiana. Se trata de un fenómeno de mayor escala, de una violencia importada que se entrelaza con estructuras locales, y que amenaza con convertir al país en un terreno fértil para el crimen transnacional.
El ministro de Gobierno ha señalado que este vacío fue dejado por la fuga del narcotraficante uruguayo Sebastián Marset. Esa afirmación, lejos de tranquilizar, debería llamar a la reflexión sobre la debilidad institucional en materia de seguridad, inteligencia y control fronterizo. No basta con capturar a algunos implicados o incautar armas: la verdadera tarea del Estado es anticiparse a estos brotes de violencia, cerrando los espacios de acción a mafias que, como se ha visto en otros países de la región, terminan corrompiendo instituciones y normalizando la violencia en las calles.
La sociedad boliviana exige respuestas firmes y resultados concretos. Se necesita una estrategia integral que combine inteligencia policial, cooperación internacional y fortalecimiento de la justicia, evitando que la impunidad se convierta en el mayor aliado de estos grupos. No hay margen para la improvisación: el miedo de la ciudadanía es real y creciente, y solo con instituciones sólidas y coordinadas se podrá garantizar la seguridad que hoy parece tambalear.
Bolivia aún está a tiempo de evitar que el crimen organizado eche raíces profundas en su territorio. Pero el tiempo corre, y cada hecho de violencia nos recuerda que la tranquilidad ciudadana pende de un hilo. //Leo