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La vestimenta de la Chola Paceña, impuesta por la corona española y la moda

El traje de la Chola Paceña en esencia se ha mantenido en el tiempo: sombrero, manta, pollera, fustes, zapatos, joyas y sus infaltables dos trenzas largas.

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La Paz, 11 de julio 2021

La vestimenta de la Chola Paceña, a lo largo de los siglos, tuvo varias modificaciones impuestas desde la corona española hasta la moda en distintos momentos de la historia. A través de un decreto de 1781 y en función a la moda de la época, se utilizaba la ropa para demostrar un ascenso social y económico en las mujeres de pollera.

El traje de la Chola Paceña en esencia se ha mantenido en el tiempo: sombrero, manta, pollera, fustes, zapatos, joyas y sus infaltables dos trenzas largas que llevan en las puntas o también conocidas como tullmas (en aymara) de lana de oveja o llama. Lo que cambió en el tiempo tiene que ver con colores, tamaños, diseños, texturas, botas por zapatos y joyas.

“Existe un proceso histórico en la construcción y reconstrucción de la nueva identidad de la Chola, que no fue inmediato y fue muy difícil, el mestizaje y la identidad como tal, porque ahora la chola es reconocida como un icono o símbolo de identidad de los paceños, podemos decir que la Chola y su vestuario es el resumen del encuentro de dos mundos, el occidente con su moda, usos y costumbres y el indígena con su propia forma de ver al mundo, con sus prácticas culturales y estéticas”, explicó el historiador y antropólogo, Jesús Llusco Mamani.

Según refiere el libro “La Chola Paceña – su Dinámica Social”, del autor Gonzalo Iñiguez Vaca Guzmán, “los indios mantienen su traje precolombino; los mestizos adoptan, previa transformación, la vestimenta del bajo pueblo español y los dominadores, luces de la gala de la burguesía metropolitana. De esta manera aparece la pollera y la manta cholas, simbolizando a la clase intermedia”.

La Chola Paceña, según una ley municipal de 2013, fue nombrada como patrimonio cultural intangible de la ciudad. Es la personificación más cabal de la amalgama indo mestiza, que viene desde la colonia y que ha mantenido algunos indestructibles componentes de identidad y de esencia en el atuendo.

“El mestizaje representado por nuestra Chola Paceña es el que integra y enlaza con fuerza en el tiempo. Antes la pollera era conocida como la Saya, una falda larga y plisada, la blusa estaba adornada con encajes, cintas y bolados, siempre el cuello era cerrado, y la manta era parecida al mantón español, siempre con botas de color negro o champagne, de taco mediano y el sombrero bombín”, afirmó la directora de la Compañía de Bailes Tradicionales, Rosario Carazas.

Carazas explica que con la llegada de los españoles estos imponen una nueva vestimenta para los nativos. “A fines del siglo XVIII, luego de la sublimación indígena de 1781, la corona dictamina que se prohíban el uso de la vestimenta de los nativos, esta medida fue dada como castigo para que ni pensaran realizar otro tipo de levantamientos”.

Llusco explicó que esta obligación de ponerse el atuendo de los españoles derivó en el encuentro de dos mundos, el occidental con sus usos y costumbres y el indígena con una mirada y vida distinta, un encuentro cultural del cual nace la Chola Paceña.

Según el libro la Chola Boliviana del autor Antonio Paredes Candia, hay investigaciones que entre los años 1910 y 1925, había ya modas entre las élites, “la elegancia de la Chola, un verdadero lenguaje que permite un cambio de información entre el individuo y la moda, telas, atuendos, y accesorios”.

Según fotografías del libro de Gonzalo Iñiguez, en 1915, se observa la moda de las blusas matiné (anchas y largas), que la usaban las señoras que estaban casadas y embarazas y el nombre viene porque solo se las ponían en las mañanas. Blusa de encajes y cintas, cuello cerrado con un rozón a la altura del cuello, sin olvidar los accesorios, collares de perlas, aretes y anillos y un pequeña cartera hecha de perlas llamada Escarcela, conformaban los elementos de atuendo.

“Ya por el año 1898 se puede apreciar, según fotografías y textos, que las cholas tenían un estatus social alto, y se observa la presencia del sombrero blanco de yeso. El traje estaba compuesto por dos piezas: blusa y pollera, y las telas de seda y gaza eran importadas de Oriente, eran telas finas importadas de Asia”, acotó Carazas.

El sombrero

“La idea de dos mundos, como el sombrero italiano Borsalino es utilizado por las cholas y que dan un simbolismo importante, una chola sin sombrero no es chola”, dijo Llusco.

“Al principio el sombrero era un tongo de la fábrica Borsalino, que estaba traído por el chileno Notta quien trajo un lote a La Paz, exclusivo para varones en color café, pero la moda era sombrero negro y, antes de perder lo invertido, lo arregló poniéndole una cinta con un pequeño rozón que terminaban en borlas, con un letrero que decía moda para cholitas”, dijo Carazas.

Según Llusco, en el siglo XIX e inicios del siglo XX, se han encontrado infinidad de sombrererías con la venta de sombreros italianos importados, en cercanías de plaza Murillo. En esos años había tiendas exclusivas en la venta de sombreros. Hoy en día hay variedades de colores: blanco, negro, beige, tunta, café, como también variedad en sus copas, copa media, alta y baja.

La blusa

Carazas explicó que antiguamente las blusas de las cholas eran de colores ocres y suaves, llenos de encajes y cintas, siempre con mangas y cuellos cerrados, podían ser entalladas, anchas, con botonería adelante, rozones en cuello y mangas, de telas finas como la seda, tafetanes y terciopelos.

La moda actual es opuesta en la confección de blusas, se ve la presencia de colores vivos, los diseños son más pegados al cuerpo y muestran un poco más de piel. Las nuevas creaciones develan los famosos corsés muy ceñidos al cuerpo y con grandes escotes.

La pollera

Llusco explicó que la moda era diseñada en el viejo continente y era trasferida a las ciudades por importadores que llegaban a América, pero al arribar a la ciudad de La Paz, le dieron un detalle importante, las alforjas o vastas, que antes eran anchas y solo dos o tres. Ahora se notan bastas más delgadas y más de cinco, entregándoles así un estilo propio. Esta pollera tiene hasta ahora la presilla que arma la cadera y la hilera que se amarra en la cintura.

Las enaguas

El historiador explicó que el reconocimiento a la mujer de pollera fue también a la importancia que dan ellos (los aymaras) a la utilización de las enaguas, porque es un orgullo vestirlo, y antiguamente la delicada seda que salía del borde de la pollera, tenía una significación, con sus códigos de relacionamiento social, propios del cholaje, en el que se les atribuye la soltería.

Botas y zapatos

Carazas explicó que se usaban las botas de media caña, con taco mediano con un sistema de abotonados al centro y se ajustaban con cordones y el color de preferencia era el champagne. Para los años del siglo XX ya era zapato plano y se dejó de lado la utilización de la bota, pueden verse modelos y colores variados, ya no es solo el zapato negro cerrado, ahora pueden encontrar variedad de estilos, desde la boca de pez hasta el modelo princesa.

Las mantas

La maestra Carazas afirmó que la manta era una prenda suelta originada en el famoso mantón de manila de España, existiendo dos tipos de manta, la de pecho y la manta de encima o sobre manta, siempre con una hermosa flecadura.

La manta de pecho era delgada y muy fina, llevaba bordados de tipo floral hechos a mano y el indudable macramé. La manta de encima era más gruesa de algodón de casimir, cubría hasta la mitad de la pollera o también suelta como un chal, generalmente las usaban las señoras mayores o las casadas.

Ahora son mantas ch’ullas (solo uno) porque ya no son dobles, ahora son delgadas, caladas, no muy largas, más ligeras y pueden haber dos texturas en una misma pieza.

Las joyas

Llusco explicó que la construcción de la estética de las joyas en la Chola Paceña es una obra arte, por los detalles en sus elementos. Además, trajo consigo un importante trabajo orfebre, antes se representaba mucho al pez, porque significa vida y el vínculo con el lago Titicaca, es por eso que se lo vio mucho en la fastuosa entrada del Señor Jesús del Gran Poder en aretes, topos y matracas.

Dentro el mundo aymara el pez está vinculado a la vida, por eso se usaban antes un Tupu (Topo de manta) con una rama de flores y al final una cadena delgada que en la punta estaba puesto un pez. Dijo que no se debe olvidar los faluchos (aretes), siempre grandes porque para ellas significa abundancia, mientras más lleno de figuras, formas y colores, para los aymaras significa riqueza y abundancia.

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