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El 65% de pacientes con cáncer de próstata son atendidos en él SUS de forma gratuita

“Cada 21 días se gastaba entre 1.650 bolivianos en medicamentos para la quimioterapia… yo a veces les decía a mis padres: ‘Quisiera dejarlo para que no gasten’”, confiesa con la voz quebrada. Su historia, que comenzó con la angustia de ser una carga económica, es hoy el testimonio más potente de cómo el Sistema Único de Salud (SUS) está salvando vidas y rescatando financieramente a las familias bolivianas.

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Tratamiento de cáncer
Foto-Tratamiento de cáncer con el SUS

La Paz, 20 de septiembre 2025

Bolivia registra un total de 5.027 casos de cáncer de próstata, de los cuales el 65% (3.267 pacientes) están siendo atendidos en el SUS de forma gratuita. Uno de ellos es el caso de Weimar López de 44 años, procedente del departamento de Oruro.

Un absceso en la pierna fue la puerta inesperada a un diagnóstico que paraliza: cáncer de próstata. Para Weimar López el mundo se vino abajo. No solo por el impacto de la enfermedad, sino por la abrumadora sombra de los costos. “Cada 21 días se gastaba entre 1.650 bolivianos en medicamentos para la quimioterapia… yo a veces les decía a mis padres: ‘Quisiera dejarlo para que no gasten’”, confiesa con la voz quebrada. Su historia, que comenzó con la angustia de ser una carga económica, es hoy el testimonio más potente de cómo el Sistema Único de Salud (SUS) está salvando vidas y rescatando financieramente a las familias bolivianas.

De acuerdo con los datos del Registro Nacional de Cáncer del Programa Nacional de Lucha Contra el Cáncer del Ministerio de Salud y Deportes, entre 2016 al 2024 se registraron un total de 91.017 casos nuevos con cáncer, de los cuales 57.857 corresponden a mujeres y 33.160 a varones, siendo los principales: el cáncer de cuello uterino, mama y próstata. Del total de pacientes oncológicos varones, 21.875 reciben atención en el SUS, es decir cerca del 70%.

Sin mucho ánimo y afectado en su economía, la noticia de la gratuidad al estar inscrito al SUS le cambió la vida. Weimar se informó que, desde el diagnóstico, la quimioterapia, los medicamentos, las cirugías hasta las sesiones de radioterapia y las hospitalizaciones, estaban cubiertas casi al 100% por el SUS. “Uy, yo dije, ‘Gracias, Dios’… me va a ayudar mucho en no gastar tanto dinero”, recuerda con lágrimas de alivio. El mismo sistema que le cubrió el medicamento, garantizó sus complejas cirugías en Sucre y su radioterapia en Achumani, La Paz, liberando a su familia de una deuda segura.

La historia de Weimar no es un caso aislado. Es la muestra tangible de una política de Estado que ha convertido la lucha contra el cáncer en una prioridad nacional. Las cifras hablan por sí solas; la inversión del Estado Plurinacional para la atención oncológica se disparó de Bs 2,9 millones en 2019 a más de Bs 75 millones en 2024, acumulando una inversión total que supera los Bs 246,5 millones.

“Una persona con cáncer gastaba aproximadamente 50.000 bolivianos. Esto cambió gracias al SUS”, afirmó de manera contundente la responsable del Programa Nacional de Lucha contra el Cáncer del Ministerio de Salud y Deportes, Dra. Reyna Copana Baldiviezo. Este esfuerzo se materializa en 44 medicamentos gratuitos para adultos y 36 para niños, asegurando que la quimioterapia y la radioterapia dejen de ser un privilegio para convertirse en un derecho.

Frente a la desconfianza sobre lo gratuidad, Weimar tiene un mensaje claro y sincero para todos los bolivianos: “Yo sinceramente le diría muchas gracias por ese apoyo que nos brinda a las personas que no contamos con mucho recurso económico”. Su agradecimiento se extiende a los profesionales de salud que lo guiaron: “Si no me hubiera mandado el doctor, ¿qué hubiera sido de mí?”.

Con una fuerza renovada, mira al futuro: “Solamente es ver adelante, seguir caminando”. Su recorrido, de la desesperanza al tratamiento completo, es el espejo en el que se reflejan los 21.875 pacientes oncológicos varones que hoy reciben tratamientos gratuitos en el país. El SUS se erige así no como un simple servicio, sino como un pilar fundamental de dignidad, acompañamiento y certeza, demostrando que, en el momento más vulnerable el Estado está presente para garantizar que nadie camine solo.

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