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El chaco boliviano sigue en su extrema pobreza

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Chaco eterno rincón de promesas… decía Oliverio Pelicelli en uno de los versos de aquel poema que luego se convertiría en el himno que uniría a los pueblos del Chaco en una sola hermandad. Durante las décadas venideras cada vez que veamos algunos de los monumentos a la inversión pública realizada en estos años, quizás diremos: “acaso no había otras cosas en que gastar el dinero” y es que mucho se crítica que sí bien se ha invertido en algunos sectores, hay otros que quedaron rezagados, sectores y temas estratégicos estaban sin solución en los años 80 y 90 porque no había recursos en el Chaco y continúan esperando una solución ahora que ya pasó el “boom del gas”, que nos pasó a los Yacuibeños, que dejamos ir estos años sin recordarles a quienes ejercieron la función pública, que habían cosas que se hacían bien y otras que se hicieron mal. Durante los últimos años, invertir en el capital humano de nuestra región sobre todo en Yacuiba fue la principal apuesta y de seguro, sí se completa el ciclo traerá un resurgimiento del liderazgo Yacuibeño. Pero y sí eso no sucede y sí el ciclo no se completa.

En nuestra tierra tenemos algunos males, no se trata sólo de la crisis que afecta la economía de los hogares de las familias Yacuibeñas, el principal de nuestros males es la crisis que se produce por la extrema pobreza moral de nuestros líderes y eso no es culpa del estado, antes durante los últimos 50 años del siglo XX los Chaqueños aprendieron de memoria el padre nuestro cuya letra cambiada pregonaba que nuestro subdesarrollo era culpa del estado, era culpa del centralismo de La Paz, del centralismo de la capital de nuestro departamento y así sucesivamente también los Carapareños le tiraban la piedra de la falta de inversión en su pueblo a las políticas centralistas de las autoridades Subprefecturales que gobernaban desde Yacuiba, luego llegó el siglo XXI y llegaron los recursos provenientes de una bonanza económica producto de la venta de una materia prima explotada desde nuestro subsuelo, pues resulta que durante casi los últimos diez años nuestros gobernantes locales manejaron políticas públicas en base una agenda ciudadana que sólo se preocupaba por lo superficial, por las apariencias, existe una corresponsabilidad desde los barrios y desde las comunidades donde dirigentes y vecinos bloquearon para exigir en que gastar y luego aplaudieron cuando les hicieron caso, al extremo que fue más importante un obra faraónica sin ninguna utilidad futura más allá del día de su inauguración que una Universidad propia donde nuestro capital humano sea formado con los estándares de calidad de los tiempos modernos por los cuales transitamos.

Son síntomas de la extrema pobreza moral la falta de transparencia en los presupuestos públicos, las coimas de las que se hablan pero que nadie denuncia, los exagerados sueldos de los funcionarios que ellos mismos se aprueban, frente a la pobreza del pueblo, el abuso del poder sobre los ciudadanos, los presupuestos públicos que se destinan en actividades vanidosas y fuera de la realidad del pueblo, no hacer nada para combatir la inseguridad ciudadana que se ve reflejada en el incremento de la delincuencia juvenil, de las mafias que se campean, del alcoholismo, la drogadicción y del incremento en el número de casos de violencia a la mujer ya que durante los últimos seis meses se registraron más de un caso por día de violencia contra la mujer de acuerdo a la información difundida por el SLIM (Servicio Legal Integral de la Mujer dependiente del Municipalidad de Yacuiba); definitivamente la pobreza moral, es el camino al lado oscuro de la corrupción y la corrupción es uno de los males que impide que Yacuiba pueda salir del subdesarrollo.

Por José Luis Claros López (*)

(*) El autor, es Comunicador Social y Escritor.

 

Periodista egresado de la Universidad Abierta Interamericana- Argentina Especialista en Salud Digital, telemedicina, Empresas, Nuevos Negocios, SEO

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