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Falta de agua, fuego y deforestación agravan la crisis

Entre 1985 y 2022, Bolivia ya perdió 39% de sus aguas superficiales; Santa Cruz, el 65% de esas aguas.

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Foto-Incendios forestales

Santa Cruz, 20 de noviembre 2023

“Nuestra laguna está en terapia”, dijo Guillermo Flores, asesor técnico de Puerto Suárez, durante el segundo Seminario Internacional Laguna Cáceres, Hidrovía Paraguay – Paraná y Régimen Hídrico Regional, organizado por la Alcaldía de ese municipio, el Cedib y Probioma.

Es la segunda vez, en seis meses, que la laguna Cáceres es tema de análisis de actores de Brasil, y de los niveles nacional, departamental y municipal del lado boliviano.

A pesar de que en agosto de 2021 de declaró desastre ambiental por sequía de la laguna Cáceres, y de que en 2022 la Cámara de Diputados recomendó a la Gobernación de Santa Cruz, una auditoría ambiental, esta no se ha realizado hasta el momento.

La emergencia por lo menos sirvió para la creación de un área protegida municipal (APM), Motacusito, en julio de este año, con el objetivo de conservación de acuíferos. Motacusito sería la primera APM a nivel provincia Germán Busch, declarada como tal por medio de la Ley Autonómica Municipal 252/2023.

Según Flores, hay una serie de factores que contribuyen a la sequía de la laguna, como el crecimiento urbano de Puerto Suárez, la presión de la frontera agrícola al oeste de Puerto Suárez, las estancias y los asentamientos sin responsabilidad, “con el desmonte que acarrea una serie de sedimentos y material orgánico con impacto ambiental”.

La laguna Cáceres es uno de varios ejemplos de cómo las aguas superficiales están sufriendo una disminución dramática en sus extensiones de agua dulce.

La problemática, en su conjunto, ya la dio a conocer la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG) y la iniciativa MapBiomas, con el lanzamiento de su plataforma MapBiomas Agua.

Según este sitio, entre 1985 y 2022, Bolivia ya perdió 39% de sus aguas superficiales; Santa Cruz, el 65% de esas aguas.

Los estragos del fuego

Esta crisis ya la está viviendo San José de Uchupiamonas, en el norte de La Paz, que desde hace 60 días sufre por los incendios.

Según Miriam Pariamo, vicepresidenta de la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB), la laguna de la que se aprovisionan con agua está seca, lo que encima les dificulta luchar contra los incendios que se han incrementado.

En agosto de este año, los habitantes de Chicaloma, en Irupana, La Paz, sufrieron cortes de agua porque el fuego llegó a uno de los tres ojos de agua que suministran ese elemento vital al pueblo. Similar situación se vio, estos días, en Yucumo, Beni, y en San Buenaventura, los pobladores estaban alertados porque el fuego amenazaba la toma de agua.

Incluso el comandante del C-CREA, coronel Édgar Ampuero, admitió que vio cómo las familias afectadas por los incendios perdieron su producción. “El fuego arrasó con todo y amenaza a su ganado, a sus fuentes de agua. Es algo que nos conmueve y sensibiliza, por esa razón desplegamos todo lo que esté a disposición de las Fuerzas Armadas para revertir la situación lo más rápido posible”, explicó.

 

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