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Ayuda para Alex Ferrufino Maldonado quedó sin brazos ni pies

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Alex Ferrufino Maldonado necesitará no solo una prótesis, sino cuatro. Era electricista y hace un mes, un cable de media tensión atravesó su cuerpo, entró por sus manos y salió por sus pies. Quemó muchos tejidos a su paso.

Los médicos intentaron salvar sus atrofiadas extremidades, pero no pudieron. Finalmente tuvieron que amputar brazos y pies.
Ahora está postrado en una cama del hospital Univalle. Su situación no es estable. Tiene aún una infección que vencer. Los exámenes de laboratorio son el pan de cada día. Deben monitorear la reacción de cada uno de sus órganos.

El gerente propietario de la empresa para la que trabajaba no lo visitó nunca y solo hizo un depósito a una cuenta. Ahora ya no contesta ni las llamadas telefónicas ni lee los mensajes enviados por este diario a su WhatsApp.

En tanto, la cuenta de las atenciones hospitalarias sube. Hasta el martes 18 de junio la deuda era de 263.000 bolivianos y es incierta la fecha de un alta médica.

EL ACCIDENTE Alex Ferrufino Maldonado tiene 45 años y toda su vida fue electricista. Viajaba constantemente, pero hace más de dos años se quedó con la empresa de Jhonny Mariscal quien se adjudicó la ejecución de instalaciones eléctricas principalmente en provincias. Los contratos los firmaban con alcaldías.

El 24 de mayo, él y su compañero de trabajo fueron hasta una comunidad de Sipe Sipe, en el Valle Alto de Cochabamba, donde debían iluminar una zona. Días antes ya habían plantado postes y esa jornada estaba dedicada a colocar los brazos de las luminarias. Alex estaba arriba haciendo ese trabajo.

“Fuimos a trabajar con mi compañero. Estábamos haciendo una ampliación de alumbrado público. No teníamos suficiente personal y ese trabajo era para más personas. Tendríamos que habernos dividido las tareas. Cuando subí a colocar la luminaria, resbalé y la luminaria alcanzó al cable de media tensión. La descarga entró por mis manos y salieron por mis pies. Caí del poste. Pero nunca perdí el sentido”.

En el suelo tuvo aliento para llamar a su compañero, quien lo socorrió de inmediato. Lo llevó hasta el hospital Esperanza de Vinto, el más cercano. Allí el médico recomendó su trasladado urgente a un centro de tercer nivel.

En el hospital Viedma fue recibido en Emergencias, pusieron cremas para quemaduras sobre sus heridas y pidieron que especialistas lo vean. La familia llamó a un cirujano plástico y a otro traumatólogo, pero no respondían al celular.

Las extremidades de Alex cambiaron de color. Los pies y brazos estaban prácticamente carbonizados. La familia se desesperó y tomó la decisión de llevarlo hasta el hospital Univalle.

Al verlo, uno de los médicos tuvo la impresión de que había que amputar las extremidades porque el daño era a simple vista. Planificaron la cirugía y en ella los doctores optaron por hacer cortes a fin de lograr que recupere la circulación de la sangre. Pero la piel y tejidos estaban ya  necrosados.

Tras unos días, los especialistas tomaron la decisión de cercenar primero las manos. Dos días después, los pies.

Alex solloza al saber de su situación. Sus brazos y pies están vendados.
“A consecuencia de ese accidente perdí mis cuatro extremidades. Es muy doloroso pasar de tener una vida normal, y al segundo perderlo todo”.

“Me pregunto ¿qué haré cuando salga de aquí?. A veces pienso que debería haber muerto. Me siento como un gusano”, llora.

Toma unos segundos y halla fortaleza. “Pero tengo a mi familia, mis  amigos me dan mucha fuerza para seguir adelante. ‘Vamos a conseguir todo y lograr que camines como antes hagas las cosas que hacías con sus niños’, me dicen. Gracias a Dios tengo mi familia. Me han demostrado que me quieren y que tengo que salir adelante. No será ningún impedimento. Vamos a seguir”.

Fuente: Opinión

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